1.000 millones de euros servirían para cubrir los presupuestos anuales de las cuatro diputaciones gallegas o los de las siete grandes ciudades. Esa es la cifra que, tomando una estimación a la baja (tras la venta al menudeo, el beneficio se incrementa de forma exponencial) han conseguido arrebatar a los narcotraficantes las fuerzas de seguridad que operan en Galicia en 2023. El Cártel de Los Balcanes, la ‘Ndrangheta, el Clan del Golfo, la Mocro Mafia y, por supuesto, los clanes de las Rías Baixas se hacen ricos cada día a costa de la salud de los demás, pero en el último año sufrieron golpes que les hicieron daño. Los más de 36.000 kilos de cocaína intervenidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado relacionados directamente con la Comunidad Autónoma (unos 15.000 en tierra y más de 21.000 en el mar), suponen un récord histórico que, sin embargo, parece no llamar la atención como debiera.
Sí lo hace, por lo llamativo, el valor en el mercado ilícito de toda esa droga, dinero con el que se podrían fichar a Haaland, M’bappé, Vinicius y Belingham, los futbolistas más caros del mundo, y aún sobraría. El negocio más lucrativo del mundo es desde hace años el narcotráfico, y los últimos meses han vuelto a situar a la provincia de Pontevedra en el centro del escenario. En el otro lado del tablero vuelve a destacar por su eficacia la Udyco Central y su sección desplazada a Pontevedra, Greco Galicia, presente en más del 80 por ciento de los operativos que desembocaron en grandes alijos, en muchos de ellos con la colaboración de Vigilancia Aduanera y, recientemente, también de medios navales de la Xunta de Galicia. La Guardia Civil, por su parte, centró su labor en la investigación acerca de la infraestructura de los narcos, pero destacó a final de año con el brillante operativo que desmanteló el clan de Los Piturros, aliado con mafias internacionales y que realizaba grandes descargas por costas portuguesas. Destacó igualmente el esfuerzo de las Udyco locales, especialmente la de Pontevedra, pero también la de Vigo, apoyando a los servicios centrales y desarrollando sus propias investigaciones con notable éxito.
El año comenzó con una doble intervención marítima cerca de costas africanas. La primera, 4.500 kilos de cocaína en un mercante que tenía previsto pasar al alcance de las lanchas rápidas gallegas, el Blume, apresado tras una operación conjunta de Policía, Guardia Civil y Aduanas. En esos mismos días, el Greco Galicia, de forma conjunta con la Policía de Francia, arrebató 805 kilos de cocaína a la ‘Ndrangheta en otro barco a unas 300 millas de Senegal.
Febrero comenzó con el anuncio de otro gran alijo, 2.400 kilos de cocaína, droga intervenida a finales del año anterior pero cuyo hallazgo se mantuvo secreto. Cayó a bordo del Mambo en otra operación dirigida por la sección desplazada a Pontevedra de la Brigada Central de Estupefacientes dependiente de la Udyco Central. Sin embargo, eso solo sería un aperitivo de lo que iba a suceder a finales de ese mismo mes: la súbita aparición en Cerdedo-Cotobade del mayor laboratorio para la elaboración de cocaína a partir de pasta base jamás detectado en Europa.
Once personas capturadas in fraganti, una vez más con el sello de la Udyco Central que, en este caso, actuó en coordinación con la Polícia Judiciária portuguesa y autoridades colombianas. 1.300 kilos de pasta y 150 de clorhidrato fueron el saldo del que probablemente fuese el acontecimiento más relevante del año en la lucha contra el tráfico de
drogas a nivel internacional.
Las semanas posteriores sirvieron para conocer la presencia estable de una organización albanesa dependiente del Cártel de Los Balcanes en Galicia y, en concreto, en el puerto e Vigo, que recibía cargamentos de cocaína desde Sudamérica, especialmente Ecuador. Varios de esos envíos fueron intervenidos, con Vigilancia Aduanera con un papel central en el marco de sus competencias.
En abril, fue la Unidad Central Operativa la que completó un excelente trabajo al localizar una ‘guardería’ de droga en un establo de Vilagarcía, incautando 220 kilos y deteniendo a varios sospechosos. Esa misma localización volvería a ser objeto de registro meses más tarde. El puerto de Vigo volvería a la primera línea de actualidad a finales de ese mes de abril, cuando los Greco intervenían 650 kilos de polvo blanco entre bananas. Poco antes, las autoridades colombianas habían incautado otros 1.300 kilos de la misma organización, liderada por alias Damián, conocido narco que cambió el Campo de Gibraltar por Galicia para abrir nuevas vías de entrada de droga. Sus lugartenientes cayeron, pero él
consiguió huir. Actualmente sigue prófugo. En semanas posteriores, la Guardia Civil vinculó a esa misma organización alijos que suman otros 5.000 kilos intervenidos en el Sur de España.
Durante el verano, la actividad de los narcotraficantes no cesó, al contrario, Fue tiempo de pesqueros, con la caída del Sophie, el Nuevo Furuno (cuyos últimos seis detenidos comparecieron a la Justicia esta semana) y el Bestarruza, apresamientos en altamar. En el caso del primer barco, el abordaje se produjo a muchas millas de Galicia, pero la Udyco
Central logró vincular a muchos detenidos en O Salnés. El segundo fue intervenido ya en puerto, en A Costa da Morte, si bien sus organizadores eran de A Barbanza. Y el tercero, intervenido cerca de las Islas Cíes, pertenecía al Balkan Cártel.
Los últimos meses sirvieron para descubrir la alianza de narcos gallegos y andaluces con el enlace de Ismael Cores, antiguo subalterno de Juan Carlos Santórum que, según el Greco, había conseguido liderar su propia organización. También para la caída de Los Piturros, clan vilanovés desmantelado por la Guardia Civil que, en alianza con italianos y colombianos, descargaba en Portugal. Igualmente destacados son los contenedores que entraron por Vigo, 500 kilos por una parte y 7.500 (el mayor alijo de la historia de Galicia) por otra, y la aparición de lancheros gallegos en África con 5.100 kilos más. Y, por si todo esto fuera poco, el Poseidón, el segundo narcosubmarino, que llegó y que aún no dijo su última palabra.
