Responde al nombre de Sérgio Roberto de Carvalho. Es un histórico criminal brasileño convertido en un gran capo de la droga. El Escobar brasileño, le llaman en su país. También en Portugal. Tras la captura de Otoniel, según las autoridades, se ha convertido en uno de los narcos más poderosos del mundo.
La operación Enterprise, desarrollada a finales de 2020 por la Policía Federal de Brasil, desveló que el Mayor Carvalho (apodado así por su pasado militar) tenía bajo su mando a media docena de organizaciones criminales con un único fin: traficar con cocaína por todo el mundo y blanquear los beneficios.
Ya en 1997 fue condenado por el tráfico de 237 kilos de cocaína en Brasil”
El poder de quienes se han dedicado durante décadas al crimen organizado a escala transnacional supera cualquier expectativa. Algunos se cambian las huellas dactilares con el objetivo de pasar inadvertidos, otros abandonan sus países de origen para seguir operando desde territorios menos vigilados con los bolsillos repletos de billetes, y un puñado de ellos (es difícil saber cuantos) apuestan por afincarse en España en busca de la benevolencia del sistema penal y penitenciario, que provoca que quienes cometen delitos de narcotráfico salgan relativamente bien parados si disponen de abogados de alto nivel. En este último perfil encaja el Mayor Carvalho, llamado así por haber formado parte de la Policía Militar de Brasil hasta 2018, a pesar de constarle condenas por distintos delitos desde 1997.
A sus 62 años, este criminal de Ibiporá (localidad ubicada entre Mato Grosso y Paraná, en el interior de Brasil), es una auténtica incógnita. La unidad Greco Galicia de la Policía Nacional le detuvo en 2018, pero los agentes, a pesar de su experiencia, no sabían a quién estaban investigando. Los policías de Pontevedra (España) le consideraron el máximo responsable de los 1.700 kilos de cocaína que fueron interceptados el 7 de agosto de ese año a bordo del barco Titan III, a cuyo encuentro iba a salir una organización de narcotransportistas de la ría de Arousa (Galicia). Tras su detención fue identificado como Paul Wouter, nacido en Guyana (Surinam). La Policía entendió que ese era su nombre, dado que el pasaporte que presentó era auténtico. Bajo esa identidad, Carvalho residía en un lujoso chalé de Marbella, donde fue sometido a estrecha vigilancia. Y a ese Paul Wouter fue a quien acabaron poniendo en libertad en 2019, a la espera de un juicio que se celebra estos días y al que, por supuesto, no se presentó.
Interpol le busca en varios países al saber que fingió su muerte como Paul Wouter para huir de España y de Portugal”
Ya en 2021, antes de la celebración del juicio, la Audiencia Provincial de Pontevedra recibió una notificación de que Paul Wouter había fallecido. Y la muerte conlleva la extinción de toda responsabilidad penal. El fiscal del caso, que tenía previsto pedir para él una pena de más de 13 años de prisión, se vio obligado a dejarle fuera del juicio. Pero la muerte oficial de Wouter, suscrita por un médico de Marbella (España) por una supuesta parada cardiorespiratoria en agosto de 2020, no implica el fallecimiento real de Sérgio Roberto de Carvalho. Interpol lo sabe, y le busca en varios países, desde donde sigue organizando envíos colosales de cocaína en barcos, en aviones privados y en contenedores, y blanqueando los ingentes beneficios de su negocio.
El historial delictivo del paranaense en su país es interminable. Ya en 1997 fue condenado, según cuentan los medios brasileños, por el transporte de 237 kilos de cocaína, actividad a la que, según piensan los investigadores, se ha dedicado toda la vida. En esa etapa formaba parte de la Policía Militar, lo que le daba patente de corso para según que prácticas que le permitían abastecer de polvo blanco no solo al área de Sao Paulo, sino también a otros países.
La DEA, la Policía Nacional y la Policía Federal le siguen el rastro al considerar que está plenamente activo”
En agosto de 2020 se conoció otra noticia inquietante: las autoridades detuvieron a un piloto de avión que disponía de una auténtica flota para transportar coca entre distintos países de Sudamérica. Su nombre, Ilmar de Souza, está vinculado en el país amazónico al Mayor Carvalho.
Las fuerzas de seguridad del país sudamericano volvieron sobre sus pasos en varias ocasiones más a lo largo del presente siglo, pero la mayor parte de ellas acabaron en nada. Investigado por corrupción relacionada con los juegos de azar y por contrabando, salió indemne al entender el tribunal que los hechos que se juzgaban habían prescrito. No tuvo, sin embargo, la misma suerte en julio de 2019, cuando, después de salir de la prisión preventiva que le había sido impuesta tras ser detenido por policías de Pontevedra, conoció que en su país le ajustaron viejas cuentas imponiéndole 15 años de prisión por blanqueo de capitales. El juzgado consideró acreditado que empleó hasta diez empresas pantalla para lavar el capital ilícito que obtenía a partir de sus negocios turbios.
Fingió su muerte bajo la identidad falsa de Paul Wouter para evitar ser juzgado en España”
La suerte del Mayor, que fue expulsado de la PM de su país de forma oficial en enero de 2018, había cambiado. Es por ello que dejó atrás, o al menos eso pretendió, la identidad de Carvalho, para emplear la de Paul Wouter y seguir viviendo a cuerpo de rey en Marbella. En vista de lo sucedido, las fuerzas de seguridad de su país movieron ficha, advirtiendo a sus homólogos españoles que el surinamés que investigaban era en realidad un histórico barón de la droga en Sudamérica. El final de la historia está aún por escribir, aunque el juzgado haya recibido la notificación de su muerte.
La última noticia que implica a Carvalho se conoció esta misma semana, cuando los principales medios de comunicación de Brasil le atribuyen la propiedad de un alijo de 1,3 toneladas de cocaína incautado en un avión que, desde el país Sudamericano, se dirigía a Europa. El único pasajero del vuelo privado era un español. La tripulación, de nacionalidad turca. La Policía Federal señala que el pasajero era la mula de Carvalho. Sin embargo, podrá ofrecer poca luz al respecto, pues acaba de fallecer en una prisión de Brasil.
Paralelamente, las autoridades sospechan que muchos de los grandes alijos de cocaína incautados en los últimos meses en Europa o en dirección a ella están siendo gestionados por el capo brasileño desde su refugio dorado. Algunos le sitúan en Dubai, otros en Ucrania, incluso hay quien dice que ha regresado a España o a Portugal, lugar del que huyó dejando atrás doce millones de euros en efectivo en el maletero de un vehículo. La DEA de Estados Unidos, la Policía Nacional de España, la Policía Federal de Brasil, la OFAST de Francia y la Polícia Judiciária de Portugal son solo algunos de los cuerpos que le persiguen, al amparo de los acuerdos de colaboración internacional. Sin embargo, hasta el momento, Carvalho-Wouter sigue libre y plenamente operativo.
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