El consumo de cocaína alcanza su nivel máximo histórico en Europa

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Lo dicen los colectivos sociales. Lo afirma la Policía. Lo acreditan los precios en el mercado ilícito. Lo confirman los propios narcotraficantes. Lo asegura Naciones Unidas y, ahora, la Unión Europea. El consumo de cocaína, totalmente desbocado, alcanzó en 2021 máximos históricos en los 27. La demanda del estimulante más famoso del mundo se ha disparado en el Viejo Continente y, como era previsible, azota con más fuerza a los puntos calientes, las áreas geográficas por las que ‘coronan’ los grandes alijos procedentes de Sudamérica.

Los puntos objeto de análisis (UE)

La última alerta parte del European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction, órgano dependiente de la UE, que acaba de hacer pública una nueva actualización, en marzo de 2022, del Análisis de aguas residuales y drogas: un estudio en varias ciudades europeas. Sus conclusiones son contundentes: la presencia de restos de cocaína se ha triplicado en el último sexenio, y los lugares más afectados son Bélgica, Holanda y España. Coincidencia plena con las tres puertas de entrada de esa droga en Europa. En concreto, los puntos en los que fija su atención el informe en la Península son cinco: Lisboa y Oporto, en Portugal, y Cataluña, Valencia y Galicia, en España. En todos ellos, el consumo del polvo blanco sudamericano alcanza en 2022 niveles nunca vistos.

Gráfica que muestra el aumento en el consumo (UE)

El análisis de las aguas residuales constituye una disciplina científica en rápida evolución, potencialmente capaz de facilitar una supervisión de datos en tiempo real sobre tendencias geográficas y temporales en el consumo de drogas ilegales. Originalmente utilizado en la década de 1990 para efectuar el seguimiento del impacto medioambiental de los residuos líquidos domésticos, este método se ha empleado desde entonces para calcular el consumo de drogas ilegales en diferentes ciudades.

Consiste en obtener muestras de una fuente de aguas residuales, por ejemplo, de un conducto que lleva esas aguas a una depuradora. De esta forma, los científicos pueden estimar la cantidad de drogas consumidas en la comunidad midiendo los niveles de drogas ilegales y sus metabolitos excretados en la orina. En Galicia, la ciudad elegida para la toma de muestras es Santiago de Compostela.

Guardia Civil

Los precios de la cocaína, que no alcanzan en Galicia los 25.000 euros, y los testimonios de los narcos colombianos, que explican que no han dejado de enviar alijo tras alijo pese a la pandemia, son elementos que confirman la presencia de la droga en el territorio, pero es el análisis de las aguas residuales el que acredita que mucha de esa droga se queda en el territorio gallego, donde se consume. El muestreo anual de aguas residuales tomó referencias en 75 ciudades y mostró que, en general, las concentraciones de las diferentes drogas estimulantes detectadas variaron considerablemente entre las distintas ubicaciones del estudio, aunque todas las drogas ilegales investigadas se encontraron en casi todas las ciudades participantes.

El consumo de cocaína sigue siendo más elevado en las ciudades de Europa occidental y meridional, en particular en las ciudades de Bélgica, Países Bajos y España. Sigue siendo una droga asociada al ocio nocturno, y son los países más ricos (Reino Unido, Francia o Italia) los que muestran niveles más altos, junto a los tres citados. Los casos de Bélgica y Holanda se corresponden con Amberes y Róterdam, los dos puertos más grandes de Europa que, entre ambos, mueven cerca de 30 millones de contenedores al año. Entre ese inmenso comercio lícito, las mafias de la cocaína se infiltran con facilidad. Las autoridades incautaron casi 200 toneladas de droga en 2021 entre ambos enclaves.

Policía Nacional

En cuanto a España, existen tres puntos especialmente importantes: Valencia y Barcelona, por sus terminales marítimas (ocurre lo mismo que en los puertos del Norte) y Galicia, que sigue siendo puerta de entrada preferente por la vía tradicional de barcos y planeadoras, pese a los constantes esfuerzos policiales por ponerle freno. En el presente estudio, la medición toma como referencia la presencia en las aguas residuales de benzoilecgonina, sustancia que solo se presenta en la orina tras el consumo de cocaína. La medida que se emplea son miligramos por cada 1.000 habitantes.

Por resumir, en el estudio presentado este mismo mes por la agencia de la Unión Europea se realizó una media a partir de los datos registrados en Amberes Zuid (Bélgica), Zagreb (Croacia), París Sena Centre (Francia), Milán (Italia), Eindhoven y Utrecht (Países Bajos), Castellón y Santiago de Compostela (España). Estas ocho ciudades fueron seleccionadas debido a la disponibilidad de datos anuales entre 2011 y 2021. El resultado es que si en 2015 se detectaron 227 miligramos por cada 1.000 habitantes como media, en 2021 aparecieron 646. El registro alcista no deja lugar a dudas.

El consumo de cocaína está vinculado, ya no solo en Galicia y España, sino en todo el mundo, al ocio, la diversión y los bares de copas. Ello hace que este aumento sea especialmente preocupante, pues en los últimos meses y por mor de la pandemia, los espacios de interacción social en horario nocturno se redujeron en todos los países. Así, se sospecha que muchos drogodependientes han trasladado su consumo al ámbito privado, lo que lo convierte en más peligroso. “Un consumidor de cocaína puede meterse cinco o seis gramos, y no tener fin”, explica Santos Bernal, jefe de la Udyco Central.

Port of Rotterdam

El segundo problema es la sensación, cada vez más presente entre la juventud, de que las drogas no tienen efectos tan dañinos para el organismo. “Estamos viendo que muchos de nuestros jóvenes dicen ese ‘yo controlo’, piensan que son inmortales, y eso les lleva a consumos abusivos que acaban, más pronto que tarde, con ellos en los centros de desintoxicación”. Opinión de Fernando Alonso, gerente de la Fundación Galega Contra o Narcotráfico.

Jesús Cartelle, jefe de la Unidad de Drogodependencia de Ribeira, explica que solo a través de un esquema transversal se puede frenar esta escalada. “Debemos afrontar todo un sistema de educación para que los jóvenes sepan lo que se están jugando ya no como individuos, sino como producto de una generación”. Mientras, la agenda política a nivel estatal es un papel en blanco al respecto, más allá de discursos ideológicos sobre regulaciones de algunas de las sustancias.

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