Sito Miñanco dice que vendía lanchas, motores y teléfonos encriptados

El narcotraficante más famoso de España negó cualquier relación con los más de 4.000 kilos de cocaína que se le atribuyen / “La infraestructura y la organización criminal solo salen de la imaginación del señor fiscal” / Su relato, sin embargo, estuvo lejos de convencer a ojos expertos en el caso
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La declaración de José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, en el juicio por la operación Mito, no tuvo desperdicio. Su estrategia de defensa, dirigida expresamente a utilizar en su favor los indicios que pesan contra él, giró en torno a una confesión de una serie de hechos que, según dijo, “no eran delito” en su momento, y a la negación de los que se le imputan, la organización de la entrada de grandes alijos de cocaína desde Sudamérica y el blanqueo de los beneficios obtenidos. En esa línea, y como vía para (intentar) justificar los numerosos audios que le incriminan, reconoció que en la época que estaba siendo investigado se dedicaba a vender tecnología encriptada para las comunicaciones, así como motores y lanchas para supuestos clientes que decía tener en el Sur de España, infraestructura que obtenía “fácilmente” en Galicia. Además, introdujo una novedad para justificar sus viajes por Andalucía, en especial los que le llevaban a la Costa del Sol: dijo que tenía que supervisar cuatro párquines, dos de ellos en esa zona, y que para ello utilizaba coches que alquilaba y reparaba en el concesionario de otro de los acusados, Bruno Casado. Pero de cocaína, subrayó, nada de nada. “Allí yo alquilé coches, tres o cuatro, en Mercedes Costa del Sol, e iba muchas veces porque se averiaba mucho el coche de Francisco Peña, el Saab, que era el que más usábamos”, dijo.

Miñanco, durante su testimonio de este martes / Narcodiario

Toda esta argumentación, que pareció trabajada, se vendrá abajo, probablemente, por sus aparentes fisuras. La primera, el hecho de negarse a responder a las preguntas del Ministerio Fiscal, un derecho constitucional que, sin embargo, solo usan en el juicio oral aquellos que solo quieren abrir un hilo argumental interesado y alejado de los hechos que se están juzgando. Más fisuras mostró el relato si nos fijamos en el trabajo de Miñanco en 2016 y 2017, aún dando por bueno que supervisaba cuatro párquines subterráneos en Andalucía. El propio Sito dijo que alquiló varios coches y que se le averiaban a menudo en esas visitas que hacía “para recaudar” en los establecimientos. Y, según dice, se cruzaba toda Andalucía para repararlos. No debía haber talleres en Algeciras. Tampoco estuvo fino Prado Bugallo a la hora de declararse “analfabeto” en todo lo que tiene que ver con nuevas tecnologías al mismo tiempo que se aseguraba de confirmar que en aquel tiempo se dedicaba a la venta de teléfonos encriptados procedentes de Holanda, un negocio que supervisaba, según dijo, y en el que introdujo a Juan Antonio Fernández y a Quique Arango, sus grandes aliados en Galicia y Madrid, respectivamente.

“He comprado motores y lanchas en Galicia para vender a otra gente en el Sur de España”

Sobre los trayectos por toda Andalucía, Miñanco está acusado de gestionar distintas actividades relacionadas con el narcotráfico y el blanqueo, muchas de ellas con el concesionario de la Costa del Sol como centro operativo. Sobre los teléfonos, en muchas de las conversaciones se observa que habla de ellos, y no solo eso: la Policía asegura que los adquirió él (no los vendía) para hablar con toda su gente en la clandestinidad y así llevar adelante las operaciones de cocaína. Por último, expuso la excusa de la venta de motores y de lanchas para rebatir las conversaciones en las que habla de todo ello, según la Policía en relación directa con los grandes alijos de cocaína que recibía desde América Latina. Todas las preguntas de su letrado y sus respuestas, pues, estaban dirigidas a poner sobre la mesa hipótesis de difícil sostén ante la gran carga probatoria que presenta el Ministerio Público.

También se apreciaron elementos de duda cuando declaró que su relación con Astilleros Facho no existe desde hace años, primero, y después señaló que acudió allí “varias veces” en el tiempo de la investigación, alegando que lo hacía para encontrarse con su amigo Ramiro Sotelo, ya fallecido.

“El fiscal dice 314 veces en su escrito de acusación que yo trafiqué con drogas, y no es capaz de ubicar la venta de un solo gramo”

“Mentira. Soy totalmente inocente”, comenzó declarando Prado Bugallo, cuando fue preguntado por los hechos que se le atribuyen, la dirección de la mayor red de tráfico de cocaína de Europa hasta 2018. “Estaba en prisión, en tercer grado. En total llevo 31 años y medio en prisión”, explicó. Sobre sus compañeros de banquillo, expuso que “conozco a ocho o diez, pero que sean amigos míos a cinco o así”. Acto seguido expuso, uno por uno, su relación con esas personas, que, por lo que él mismo declaró, eran muchas más de cinco. “Ferradás Redondo es íntimo amigo mío desde hace más de 30 años. Pérez Lago es íntimo amigo mío desde hace 20 años. Con García Arango…, somos amigos desde hace más de 30 años. Además, fui padrino de su boda en el 95 o el 96, cuando se casó. El señor Prado Galiñanes, es primo segundo mío. El señor Palma Hidalgo, somos amigos desde hace más de 15 años. Con el señor Alberto Durán, fui amigo de su padre durante 40 años y con él tenía una relación buena. Con el señor Ramiro Somoza Núñez, nos criamos juntos, vivíamos en el mismo lugar. Con Casado Rojas, una especie de amistad, se le puede llamar, por llevar el coche allí a arreglar. Y se me olvidaba, con Juan Antonio Fernández, somos vecinos, desde hace más de 20 años, venía a casa de mi familia a comer”. En ese punto Miñanco ya describió su relación con nueve de los acusados, instante en que la defensa le pregunta por uno más en concreto, Alirio Tovar. “Con el señor Alirio, si comí con él, no me acuerdo. García Arango me presentó a varios colombianos. Si me presentó a Alirio Tovar, es posible, pero no me acuerdo”.

“Vendía muchos teléfonos encriptados a unos 2.000 euros, dependiendo de las marcas”

Pero no solo esos nueve eran de su máxima confianza -del resto no habló-, porque en el banquillo también están sus dos últimas parejas. “Mi pareja al principio era Claudia Viviana Delegado, se vino a vivir allí conmigo, hasta que conocí a Leonor Ivanova Pérez Alonso. Claudia se dio cuenta y a partir de ahí mi pareja era Leonor. Nunca tuve ninguna relación profesional con Pérez Alonso. Intentamos comprar vino, algo que no salió. Mi relación era sentimental”. Sin embargo, los audios presentados en el juicio apuntan a lo contrario: ella le leía los mensajes que le llegaban de los distintos miembros de la organización e incluso le aconsejaba. “Yo de ti lo habría hundido”, le dijo, en relación con una de las embarcaciones empleadas para el narcotráfico.

“Vivía en el CIS de Algeciras. Cuando salía de permiso algunas veces me veía con Leonor, en casa, en calle Abetos y en un barrio humilde. Los permisos los pasaba con Leonor en Guardacorte”. Así explicaba lo que hacía cuando el régimen penitenciario le permitía salir. “Tenía siete días al mes, cuatro más el fin de semana”, añadió. En esos días, reconoció, viajaba a Galicia. “Aunque en el CIS puse la dirección de Montalvo -vivienda de Sanxenxo-. la madre de mis hijas le prestó esa la casa a su hija. Yo al principio pernoctaba con Claudia y después con Leonor, en el domicilio de rúa Sobreira 41 (la vivienda de Vilagarcía en la que, según la Policía, se producían reuniones para el narcotráfico). “Mi exmujer no sabía nada, yo las llaves de esa casa las tengo desde el año 2000. En el 2004, en el juicio anterior, yo ya declaré que vivía ahí”.

“En Colmenar hacíamos cenas de amigos y fiestas, incluso ‘Nico’ traía ‘amigas'”

Sobre el parquin, Prado Bugallo explicó que “mi trabajo en Algeciras era recaudar en tres párquines. Recaudar. Alguna vez estuve levantando la verja. Comercial Mercado libre Europeo me contrató”, señaló. “Yo era encargado de zona. Los empleados eran mis subordinados. Al principio eran 4. Marbella, Torremolinos, Algeciras y Chiclana, y después eran tres”. De ese modo, aportó la justificación de sus numerosísimos viajes a través de Andalucía. “Salía a las 7, íbamos a Algeciras Francisco Peña y yo. Los lunes y los jueves íbamos a recaudar a Torremolinos y Chiclana, no recuerdo bien, y martes y miércoles a Algeciras. Dos veces por semana recaudábamos e ingresábamos ese dinero en el banco, y con el recibo había que mandar a las cuentas a Córdoba, a la empresa. De ordenadores, a mí no me da vergüenza decir que soy un analfabeto informático”, espetó el narcotraficante gallego. “El resto de la jornada yo tenía que estar atento a las incidencias que se podían producir en los párquines. De hecho, una vez fui a Torremolinos por una inundación. No avisé y me pusieron una incidencia en el CIS”.

“En Algeciras y La Línea tenían necesidad de motores fueraborda y yo tenía facilidades para conseguirlos”

Sito Miñanco también se dedicaba, pese a ser un “analfabeto” en ordenadores, a la venta de tecnología encriptada, según su propio relato. “Cuando llegué allí -a Algeciras- tenía un conocido. Al principio empecé a vender Blackberry con una aplicación de encriptación. Me dejaba otro sueldo. Después conocí al señor Raymond Van Rij y empecé a vender teléfonos mejores, que eran iPhone, aunque la app se le podía meter también a los Samsung. En este negocio le di participación a García Arango, que salió de la cárcel y no tenía ni un duro, y a Fernández Fernández”.

El narco declaró, a continuación, que realizaba ventas de motores y de embarcaciones a clientes del Sur de España gracias a sus contactos en Galicia. “En Algeciras y en La Línea tenían necesidad de motores fueraborda, yo tenía facilidades para conseguirlos, y alguna embarcación también vendí”. Se refiere a las típicas semirrígidas, que ahora se conocen como narcolanchas y que, según Miñanco, no solo se usan para traficar. “Valen para muchos usos. Se pueden usar para pesca submarina, para avistar ballenas, delfines, o para abastecer los barcos que hay allí. Se le dan diferentes usos”. “La venta de motores, a comisión”, añadió. Pese a ello negó cualquier lazo con el astillero del que según la Policía salían las embarcaciones para la recogida de la droga. “Con Astilleros Facho, relación, ninguna. Estuve trabajando allí en el año 2000. Tenía amigos allí, sobre todo el difunto Ramiro Sotelo, que nos criamos juntos y era un hermano para mí”. En otro momento del interrogatorio, sin embargo, dijo que “a Facho fui varias veces porque comía con Ramiro Sotelo cada vez que iba de permiso. Al señor Brunet -otro de los acusados- le compramos motores y creo que alguna lancha, aunque he comprado motores a otra gente y lanchas en Galicia para vender a otra gente en el Sur de España”.

(las narcolanchas) “se pueden usar para pesca submarina, para avistar ballenas o delfines y para abastecer a barcos”

Miñanco también dijo no saber nada acerca de Inmobiliaria San Saturnino, la empresa a cuyo nombre figuran muchos de los bienes que se le atribuyen y por los que fue condenado por blanqueo en la Audiencia de Pontevedra ya en la actual década de los 20. “San Saturnino yo hace más de 30 años que no sé nada de ella. La había fundado la hermana de mi exmujer, y ahora creo que era de la madre de mis hijas. No tengo trato con ella desde hace muchos años”.

El narco también negó vinculación con los viajes a Colombia por parte de Quique Arango, según la Policía su número 2 en la organización y contacto con los proveedores de cocaína. También negó reuniones para traficar en Madrid, si bien reconoció acudir de forma habitual a la capital de España. “Los viajes de Arango no son por mi cuenta, él iba a ver a su familia. En el restaurante Puerta 57 (en el estadio Santiago Bernabéu) estuve varias veces, pero allí nunca planifiqué nada. En el domicilio de Lyudmil -otro de sus supuestos socios- y García Arango (una nave de Colmenar en la que la investigación fija reuniones relevantes) hacíamos fiestas de amigos, yo hacía escapadas, venían amigos de Galicia, hacíamos cenas, no se salía de ahí. Algunas veces traía amigas ‘Nico'” -apodo por el que conocían a Lyudmil-.

“El fiscal dice 314 veces en su escrito de acusación que yo trafiqué con drogas, y no es capaz de ubicar la venta de un solo gramo”, espetó el capo de Cambados, que añadió que “la infraestructura y la organización criminal solo salen de la imaginación del señor fiscal”. A la pregunta sobre si coordinaba a otras personas, respondió con ironía. “Sí, a los subordinados de los párquines”.

Sobre su supuesta participación en el negocio de la telefonía encriptada, fue muy preciso. “No los distribuí, los vendía. Fernández lo hacía en Galicia, Arango en Madrid, y yo en Algeciras, La Línea y Málaga. Vendimos muchos. Se vendían a 2.100 euros, dependiendo de las marcas. Además tenían una cuota semestral que tenían que pagar”.

“Hoy en día casi todo el mundo tiene una aplicación encriptada”

Sobre los más de 700.000 euros que, según la acusación, se gastó en telefonía encriptada, Sito Miñanco rebatió con sus supuestos ingresos en ese negocio. “La cifra total era superior, porque vendimos muchísimos. Yo nunca contraté ningún técnico en comunicaciones. Los ‘Prencom’ eran muy buenos, muy seguros, pero tenían un problema. Entonces la casa, empleados de Raymond, mandaban a técnicos para arreglarlos. A veces venían a Galicia, otras a Málaga. Si vendes un teléfono de 2.100 euros y pagas 1.000 euros cada seis meses, tienes que dar unas garantías”, añadió.

Por último, defendió que la venta de teléfonos imposibles de rastrear es algo normal y de uso rutinario en la actualidad. “Hoy en día casi todo el mundo tiene una app encriptada. Miren lo que le pasó al presidente del Gobierno, a la ministra de Defensa, según he visto en la prensa; si tuviesen esos teléfonos no les habrían grabado”.

Tras la declaración de Miñanco, este martes también comparecieron Quique Arango, Juan Antonio Fernández y David Pérez Lago, que, en la línea de lo que argumentó su presunto jefe en la organización criminal, apostaron por defender su inocencia de los cargos que se les atribuyen.

 

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