Miguel Rodríguez Orejuela: “Nos volvimos amantes de la ambición y la codicia”

El ex número 2 del Cártel de Cali remite una misiva al presidente reconociendo sus delitos y ofreciendo soluciones para poner fin al narcotráfico / Reclama, además, Justicia para miembros de su familia que, según dice, nada tienen que ver con sus actividades del pasado
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Miguel Rodríguez Orejuela, el último de los grandes capos históricos de la etapa más negra de la historia de Colombia que permanece vivo, emitió una misiva al presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la que, además de reconocer los delitos que un día le llevaron a prisión junto a su hermano, el fallecido Gilberto, por sus años al frente del famoso Cártel de Cali. Rodríguez Orejuela plantea, además, lo que considera la única alternativa para acabar con el narcotráfico en el país, “el olvido, el perdón y la reconciliación”, unido, según asegura, a “la educación”.

La carta / RRSS

“Después de 28 años, decido romper la impenetrable barrera del silencio”, dice Miguel en su misiva. “Trato de resarcir en parte al pueblo colombiano por nuestro proceder en tiempos pretéritos”, añade.

Sobre la historia de su familia, explica que en sus inicios fueron empresarios “generando miles de empleos”, pero reconoció que en un momento dado “abandonamos esos valores y nos volvimos amantes de la ambición y la codicia, pasando de ser unos empresarios a convertirnos en unos vasallos astutos del delito, concluyendo que, para poder cambiar, hay que empezar por aceptar y pagar con dignidad los errores”, esperando, pide, que las autoridades actúen con la misma lealtad y respeto por la ley.

Miguel Rodríguez (i) y su hermano Gilberto / Narcodiario

Miguel Rodríguez apuesta por “la reconciliación, el perdón y el olvido” como receta para superar esa etapa, y alaba la labor del actual presidente de Colombia en esa dirección, al tiempo que apuesta por una nueva estrategia, tanto en Colombia como en Estados Unidos, porque la que se lleva a cabo hasta ahora “no han tenido el éxito esperado”, ante lo que apuesta por “cambios en educativos y culturales”, entre otros.

El ex número 2 del que en su día fue el cartel de la droga más poderoso del mundo también se queja del trato a miembros de su familia que, según indica, siguen pagando solo por llevar sus apellidos en sus documentos de identidad.

 

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