El 24 de noviembre de 2019, de madrugada, una embarcación de características inusuales había sido detectada intentando alcanzar la costa en la ría de Aldán, en Pontevedra (España). El domingo, cuando aún no había amanecido, la Guardia Civil registraba el maletero del vehículo de quien escribe estas líneas, ya sobre el terreno. Acababa de ser identificado uno de los individuos que había intentado acudir al rescate de Agustín Álvarez, piloto de la embarcación, y tanto el gallego como uno de los tripulantes ecuatorianos seguían en fuga. El sudamericano cayó minutos después.
Durante la mañana, con todos los datos ya confirmados, la edición digital de Diario de Pontevedra daba la primicia. Fue el primer narcosubmarino con cocaína incautado en Galicia, en España y en Europa, y cinco años después sigue siendo el único. Otros cuatro fueron localizados, uno de ellos intervenido, pero ninguno con la mercancía.
El semisumergible es, hoy por hoy, uno de los métodos de introducción de cocaína más fiables para los cárteles colombianos y sus asociados a este lado del Atlántico. Llevan haciendo uso de él al menos desde 2007, y seguirán haciéndolo: les sale muy rentable.
El narcosubmarino de Aldán, “una bofetada de realidad”, según palabras del entonces fiscal Antidroga, ahora fiscal jefe, Pablo Varela, llevaba más de tres toneladas de cocaína en sus bodegas, y cayó por un error de la organización.
La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se encargó de intervenirlo en una operación conjunta con la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera, y lo hizo después de que ninguna organización se atreviese a sacar sus lanchas para recoger la droga y a la tripulación. Todo ello llevó al piloto, el vigués Agustín Álvarez, a dirigirse a una zona conocida por él, la ría de Aldán, con la intención de hundir el aparato y escapar.
En un primer momento consiguió su objetivo, pero el aparato y la droga fueron reflotados tras una histórica maniobra y él mismo acabó siendo detenido tras varios días refugiado en una vivienda de las inmediaciones. Los tripulantes y las personas que intentaron ayudarle recibieron ya fueron condenadas en la Audiencia de Pontevedra.
Desde ese momento y hasta 2023, con la excepción de un aparato en construcción intervenido por la Udyco Central en una nave de Málaga en el marco de la operación Ferro, no se volvieron a detectar narcosubmarinos. En febrero de ese año, los narcos volvieron a mostrar su poder al descargar el Poseidón muy cerca de Vilanova de Arousa. Lo hicieron después de sacar sus lanchas a altamar sin éxito, primero, e introducirse en la ría, después. Cinco toneladas de cocaína, según se desprende de las investigaciones posteriores, fueron alijadas por los narcos.
Al mismo tiempo, esa misma organización criminal (el mismo notario colombiano controlaba la singladura) introdujo otro alijo, en este caso mediante un submarino de origen militar que llegó a España por el Sur. Aunque existen pocos datos sobre ello, ni siquiera fotografías, sí hay Inteligencia que apunta a que fue otra operación exitosa para los narcos. Ocurrió en mayo de 2023.
Ya en 2024, entre mayo y junio, se detectaron los dos últimos semisumergibles dirigidos a España. El primero pasó frente a costas gallegas por el Atlántico y el Cantábrico y fue avistado cuando ya navegaba vacío, según señalaron a este periódico los especialistas de Vigilancia Aduanera. Su presencia frente a costas asturianas coincidió con un gran despliegue militar para la promoción de las Fuerzas Armadas, pero nada se movilizó para seguir su rastro.
Un mes después, a 280 millas al Oeste de Cádiz, las autoridades policiales localizaron el último narcosubmarino hasta la fecha. Pudieron detener a sus tripulantes, pero no salvaron la embarcación ni incautaron la cocaína, que acabó en el fondo del mar tras la maniobra de los criminales.
Desde entonces, las fuerzas de seguridad están convencidas de que los colombianos insisten en este medio de transporte que, por el momento, sigue sin poder detectarse de forma fiable en Europa. La ausencia de medios (no hay aviones suficientes como para controlar la gran costa atlántica) hace que no se puedan localizar con la facilidad con la que se observa en América Latina.