A lo largo de la mañana de este martes ha finalizado en Foggia (Italia) una larga investigación llevada a cabo conjuntamente por la Polizia di Stato, los Carabinieri y la Guardia di Finanza contra los miembros del clan Li Bergolis, una de las organizaciones mafiosas más poderosas de Apulia, afincada en el Gargano.
La operación, denominada Mari e Monti, surgió de una investigación dirigida por la Dirección Distrital Antimafia de Bari con la coordinación de la Dirección Nacional Antimafia y Antiterrorismo.
El clan Li Bergolis, activo desde hace décadas, es conocido por su violencia, su capacidad de infiltrarse en el tejido económico y social y su control de amplias zonas del territorio de Gargano. La organización criminal ha sabido adaptarse a los tiempos, pasando de una estructura tradicional a otra más moderna y estructurada, involucrando también a jóvenes, muchos de ellos menores de edad, e infiltrándose también en el tejido empresarial local.
Originariamente arraigado en el interior del país, el clan Li Bergolis consiguió extender su poder a lo largo de las costas del Gargano, consiguiendo el control de zonas estratégicas como Vieste. Esta expansión se produjo tras una sangrienta disputa con los rivales históricos del clan opuesto Romito-Lombardi-Ricucci.
El éxito de los Li Bergolis ha permitido al clan entrar en el negocio del tráfico internacional de drogas, estableciendo relaciones privilegiadas con organizaciones criminales albanesas y de la ‘Ndrangheta.
Los investigadores lograron reconstruir la actividad criminal del clan durante más de 15 años: surgieron los métodos de funcionamiento de la organización, sus alianzas con otras organizaciones criminales y sus intentos de expansión hacia nuevos territorios, así como una realidad compuesta de violencia, amenazas y asesinatos, lo que ha sembrado el terror en el territorio.
Las investigaciones demostraron la capacidad de la organización criminal para establecer un sólido sistema de comunicación interna, incluso en el ámbito penitenciario, mediante el uso de canales clandestinos. En particular, surgió el uso de ‘pizzini’ (mulas) portados por familiares y el uso ilícito de teléfonos móviles. Esta red de comunicación era utilizada para gestionar las finanzas del clan, brindar asistencia económica a los miembros detenidos de la organización, perseguir objetivos criminales y promover el narcotráfico.