En el año 2020, poco después de la caída del Karar y sus 3.800 kilos de cocaína, en plena pandemia de la covid-19, Vigilancia Aduanera y la Policía Nacional procedían a dos complicadísimos registros en el interior de sendos buques ‘portaganados’ que llegaban a España desde Sudamérica. Fue la primera vez que la Udyco Central, a través de la Brigada Central de Estupefacientes, intentaba meterle mano a un sistema de transporte que hasta ese momento se había mostrado infalible. Desde entonces, al menos cinco barcos de esa misma clase han sido investigados por la unidad policial en lo que ha sido bautizado como operación Res.
Tres años más tarde, en enero de 2023, la suerte de los narcos (y de la Policía) cambió. El mismo buque Spiridon llegó al puerto de Las Palmas con otro nombre, Orión V, una maniobra que no despistó a la Udyco Central. Debajo de la zona donde se alimentan las reses y al alcance de sus morros, perfectamente empaquetados, se localizaron 4.500 kilos de cocaína en 150 fardos de arpillera con los colores clásicos de Colombia, atribuidos al Clan del Golfo. Vigilancia Aduanera realizó el abordaje en altamar y el barco fue custodiado a puerto, evitando de ese modo cualquier acercamiento de algún ‘rescatador’ que provocase un nuevo registro fallido. Los 28 tripulantes fueron detenidos, pero solo uno de ellos ingresó en prisión. El barco tocó el puerto de Cartagena de Indias, lo mismo que el que fue objetivo de la Policía esta misma semana en el mismo puerto de la capital grancanaria.
Seis meses después del hallazgo, en junio del año pasado, la Brigada Central desplazó sus equipos al puerto de Campamento, en el Campo de Gibraltar, otro punto clásico de tránsito de estas grandes embarcaciones ‘portaganados’. Allí procedió al registro del Mawashi Express, con 16.000 reses en 16 plantas y que fue abordado a la altura del mar de Alborán. No se pudo encontrar droga, bien por un perfecto ocultamiento, bien porque ya había trasvasado, hipótesis más probable.
El último buque de esta clase que entregó cocaína a lanchas rápidas fue el Bader III, de cuyas andanzas dio cuenta ayer en exclusiva este periódico, con pilotos de planeadoras procedentes de las Rías Baixas como destinatarios de al menos una parte de la cocaína que transportaba.
El recientísimo caso del Bader III, donde ya no se halló la mercancía ilícita pero del que se supo que había entregado un alijo de un mínimo de 627 kilos de cocaína a narcotraficantes gallegos (y, a buen seguro, más droga a otras embarcaciones, pues estos buques cargan la droga por toneladas), sirvió para acreditar que los puntos de trasvase a lanchas rápidas se localizan en el Atlántico, al Oeste de la Península Ibérica. Fue por ello que en tres de los cinco buques investigados no se localizase cocaína, pues fueron abordados más allá del Estrecho.
Un aspecto con el que tuvieron que trabajar los funcionarios de la Udyco Central junto a la Fiscalía Antidroga y la propia Audiencia Nacional fue el destino de las miles de cabezas de ganado presentes en el Orión V cuando fue registrado en las Islas Canarias. Tras muchas discusiones y la imposibilidad de mantener al ganado vivo en Las Palmas, la decisión fue mantener en prisión al principal sospechoso y liberar al resto de la tripulación para que el buque siguiese su ruta.