“Es una bofetada de realidad que revela un gran peligro”. Así se expresaba Pablo Varela Castejón, fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Pontevedra (entonces delegado Antidroga) tras la interceptación del primer narcosubmarino cargado con cocaína en aguas europeas. Los semisumergibles llevaban años surcando el Océano Atlántico antes de aquella mañana del 24 de noviembre de 2019, cuando la edición digital de Diario de Pontevedra ofrecía la primicia. Así se contaba en ese mismo medio y de forma exclusiva en aquel momento, por boca de la Brigada Central de Estupefacientes, cuyo entonces jefe, Antonio Duarte (ahora comisario principal de la Udyco Central), señalaba “en 2006, tal vez antes”, el inicio de una práctica que para muchos era impensable.
Cuando están a punto de cumplirse cinco años del hallazgo, que se produjo por un error por parte de los criminales, han sido avistados, localizados o incautados otros cuatro. Sin embargo, ninguno de ellos pudo ser apresado con la cocaína en su interior. Después de el de Aldán, de droga, nada de nada. “Lo siguen utilizando porque es el sistema más seguro que tienen”, destaca el citado Duarte, en una afirmación con la que coincide plenamente Óscar Esteban Remacha, teniente coronel, jefe de la sección de Drogas de la Unidad Central Operativa.
Las últimas semanas han sido especialmente prolíficas para el estudio de esta práctica en España, pues han podido localizarse dos semisumergibles de características muy similares a los más conocidos de Aldán (2019) y Arousa (2023). El primero, de cuya existencia dio cuenta en exclusiva este periódico, cruzó el Mar Cantábrico pasando frente a costas gallegas y se le perdió la pista aguas adentro en el límite entre la Comunidad y Asturias, a unas 100 millas de la localidad de Luarca. Una hipótesis apunta a que estaba a la espera de entregar la cocaína y consiguió su objetivo tras despistar a las autoridades. Otra línea de investigación sostiene que ya habría entregado su valioso alijo y se encontraba de regreso hacia Sudamérica después de repostar. Dado que el artefacto está ya fuera de la órbita policial, ninguna de ellas podrá quedar acreditada.
Los semisumergibles se intervienen en América Latina a una media de 30 al año. Allí las autoridades cuentan con la experiencia de conocer los puntos de partida (la mayor parte en la zona de Nariño, en el Pacífico Colombiano) y las rutas habituales que siguen en dirección a Centroamérica. Además, disponen de la tecnología necesaria para detectarlos desde el aire, con aviones aportados por la Aduana de Estados Unidos a los distintos países para, desde el aire, darles seguimiento y dirigir a las fuerzas aeronavales, que acaban por interceptarles.
Los semisumergibles transoceánicos, sin embargo, tienen grandes ventajas con respecto a los que transitan por América Latina en dirección Norte. La primera de ellas tiene que ver con las condiciones del mar. El océano Atlántico aporta un ocultamiento perfecto, más aún cuando las embarcaciones se aproximan a costas como la gallega o la portuguesa, zonas ambas, en especial en los meses de otoño, invierno y primavera, con un oleaje que convierte al aparato en un artefacto indetectable. No es visible para el rádar y tampoco a la vista de los helicópteros de los que disponen las fuerzas de seguridad españolas, lo que hace que sin información previa sea casi imposible de localizar.
El primer narcosubmarino cargado con cocaína jamás localizado en aguas europeas cayó en la playa de O Foxo (Aldán) en 2019. Cinco años después sigue siendo el único en el que ha podido incautarse la cocaína, unas tres toneladas. La Audiencia Provincial de Pontevedra ya condenó por ello a sus tres tripulantes, un vigués y dos ecuatorianos (que ya están cerca de obtener sus primeros permisos penitenciarios) así como a otras personas relacionadas con el gallego que hicieron un inútil intento por rescatar a su amigo.
La caída del aparato con la droga se produjo porque nadie salió al encuentro del mismo ante la gran presión policial (manejaban información de su llegada merced al aviso de agencias extranjeras) y, ante la falta de abastecimiento, el piloto apostó por dirigirse a una zona que pensaba segura en la ría de Aldán. El remolcado del aparato hasta el muelle no fue para nada sencillo, ni tampoco su izado, dada la inexperiencia en esas lides por aquel entonces.
En marzo de 2023 apareció el segundo gran narcosubmarino transoceánico que, en este caso, consiguió su objetivo de ‘coronar’, entregando la cocaína. Las autoridades piensan que la descarga se produjo en plena noche y que la efectuó una organización con base en Vilagarcía, tras un intento anterior. Personas vinculadas con ambas fueron detenidas recientemente en operaciones de la Policía Nacional, la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera, pero solo se les podrán atribuir delitos de contrabando, dada la ausencia de sustancia estupefaciente.
La mercancía de este aparato, según las pesquisas de la Udyco Central del Cuerpo Nacional de Policía, estaba controlada por un ciudadano colombiano que se desplazó a las Rías Baixas en aquellas fechas y que actualmente se halla en búsqueda y captura. Se da la circunstancia de que esa misma persona, según consta en las investigaciones, se desplazó semanas después al Sur de España, a la zona de Huelva. Su objetivo era controlar la carga de un nuevo aparato que, en este caso, sería un auténtico submarino. La organización dueña del alijo sería la misma, y el aparato tampoco se encontró. Cierto es que tenía la capacidad de sumergirse, y lo más probable es que, al igual que el Poseidón, cumpliese con su objetivo de entregar la sustancia a embarcaciones menores. Se sospecha que en su día había sido un batiscafo militar en Brasil.
Los éxitos superan en mucho a los fracasos por parte de las grandes organizaciones narcocriminales que, desde Colombia, por una parte, y en Galicia (y en otros puntos de España) por otra, apuestan fuerte por el envío de grandes alijos en el interior de embarcaciones semisumergibles a través del Atlántico. Con astilleros estables en puntos del río Amazonas, pero también en el Orinoco e incluso en puntos cercanos al Caribe colombiano, en los que se fabrican artesanalmente los aparatos (que se ‘escupen’ en prácticamente en serie), los delincuentes disponen de los medios adecuados para gastarse menos de un millón de euros en cada uno de los aparatos, que amortizan en cada viaje multiplicando por 100 los beneficios.
Las rutas son muy seguras para ellos. De hecho, apenas se detectan en origen (tienen muy controlados los puntos de partida) y solo se pueden observar en destino cuando existe información internacional previa procedente del Centro de Análisis y Operaciones Marítimas sobre Narcotráfico (MAOC-N) con sede en Lisboa, organismo que aglutina a expertos de los principales países-destino de la cocaína en la Unión Europea, además de la Agencia Nacional Contra el Crimen (NCA, por sus siglas en inglés) de Reino Unido y la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Y aunque se observen, como ha quedado acreditado en los dos casos más recientes, resulta muy complicado apresarlos en altamar, más aún con cocaína: o logran escapar o, en último caso, acaban en el fondo del mar con la cocaína en su bodega.
Mientras, en Europa, distintos cuerpos policiales trabajan para conseguir los medios adecuados para su localización. Por una parte, resulta preciso el avance tecnológico. Vigilancia Aduanera, que recibirá nuevos medios aeronavales próximamente, señala que el empleo de la Inteligencia Artificial puede resultar efectivo para dar con ellos, si bien la información sigue resultando un factor clave para ello. La inversión de la Unión Europea resulta imprescindible para dotar de medios suficientes, especialmente aéreos, que permitan detectar y perseguir con eficacia estas embarcaciones cuando se acercan a costas españolas.
Otro elemento que beneficia a los delincuentes es la proliferación de nuevos grupos criminales, ya no solo gallegos, que se aventuran a recibir la cocaína de los semisumergibles. Existe una avanzada línea de investigación que apunta hacia el entorno de las Islas Canarias como un nuevo punto caliente para esta clase de embarcaciones.