De buque escuela a narcobuque: el caso del Elcano se cierra con más sombras que luces

Las leves condenas impuestas por un tribunal militar a los siete tripulantes del Juan Sebastián Elcano por traficar con droga en Nueva York ponen el punto y final a una travesía judicial que no aclara quién dirigía la gran red narco que había convertido la emblemática embarcación en un narcobuque / Nadie pagará por el gran alijo que llegó a España   
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Atracaba al lado del flamante portaaviones-museo del Intrépido, uno de los grandes reclamos turísticos de Manhattan. El Juan Sebastián Elcano llegó a convertirse en un narcobuque, lo que no le impedía seguir realizando sus clásicas jornadas de puertas abiertas cada vez que llegaba a la ría de Pontevedra. Algunos tripulantes mantenían, eso sí, un especial celo para mantener a los visitantes lejos de algunos puntos del barco.

Su carácter emblemático y militar le convertía en un escondite perfecto para el transporte de droga, y así lo detectaron narcotraficantes colombianos (condenados por ello en Estados Unidos) y españoles (de quienes nada se sabe diez años después del descubrimiento del pastel). Conscientes de que los controles aduaneros no existían para la tripulación, los cerebros de un engranaje que, según autoridades colombianas, “llevaba al menos tres años” plenamente operativo antes de su detección, idearon un plan perfecto.

Sustancia incautada en NYC que salió del barco / DEA

Captaron para la causa a al menos siete tripulantes, entre ellos el cocinero (los recientemente condenados en el tribunal militar español) para que introdujesen cocaína aprovechando el aprovisionamiento de comestibles que realizaban en el puerto de Cartagena de Indias. Una vez en el buque, ocultaban el alijo en lugar seguro, hasta su entrega en las distintas paradas.

No se puede saber con exactitud si la sustancia se repartía por toda la singladura o si la mayor parte se descargaba en España. Solo pudo esclarecerse quienes eran las personas encargadas de hacer llegar una pequeña parte a la ciudad de Nueva York, apenas un cinco por ciento del total. Nada se supo (ni se sabrá) diez años después, de los responsables de los 127 kilos de cocaína que llegaron a España, permaneciendo primero fondeados en la ría de Pontevedra, posteriormente, siempre dentro del barco, en el puerto de Marín, siendo intervenidos finalmente en el puerto de Cádiz.

En un primer momento fueron detenidos tres marineros, uno de nacionalidad ecuatoriana y dos españoles, que habían aceptado unos 5.000 dólares por cada kilo de cocaína transportado (después se sabría que también entregaban heroína). Eran unos meros comisionistas que aprovechaban las facilidades que les confería su estancia en el Elcano y sus escalas por Sudamérica para introducirse en el lucrativo negocio del narcotráfico.

El alijo fue introducido en la goleta durante la escala de la misma en el puerto colombiano de Cartagena de Indias. Allí, los miembros de la tripulación del Elcano habrían percibido su parte a cambio de entregar la mercancía en los lugares indicados que, por lo visto después, eran Estados Unidos, por una parte, y España, por otra, donde previsiblemente contarían con algún enlace de la red colombiana para recepcionar los 127 kilos que llegaron hasta Cádiz tras pasar por Pontevedra. En Cartagena, su contacto era un taxista apodado Mondongo.

La agencia norteamericana HSI, en mayo de 2014, fue la que dio el paso clave para el operativo al detener a los receptores de los 30 kilos en Nueva York y lograr que confesasen quiénes eran sus suministradores, ni más ni menos que tres de los marineros del Juan Sebastián de Elcano. Fueron los propios norteamericanos los que, tras recibir las fotografías de toda la tripulación, consiguieron que los narcos identificasen a las personas que les proporcionaron las sustancias estupefacientes. Las autoridades siguieron los pasos de los sospechosos en cada escala posterior del buque (Alemania, Irlanda y Noruega), si bien en ninguno de estos lugares desembarcaron con droga.

El barco entrando en NYC / Armada

Un tribunal neoyorquino procesó y condenó a penas de ocho y siete años de cárcel a Alberto Siado-Álvarez y a Jorge Luis Hoayeck, respectivamente. Ambos ciudadanos colombianos fueron extraditados desde su país (residían en la zona de Cartagena de Indias) varios meses después de los hechos. La DEA y la Policía de Colombia tenía datos suficientes como para considerar que eran las personas que suministraban la cocaína y la heroína que llegaba a Manhattan a través del Juan Sebastián de Elcano. Lo hacían a través de alias Mondongo, un autónomo que conducía un taxi y ofrecía toda clase de servicios a quienes llegaban en barco al populoso puerto cartagenero.

Mondongo cobraba 1.000 euros por establecer el contacto necesario entre los miembros de la tripulación ‘metidos’ a narcotraficantes y los dueños de la droga. El polifacético taxista contactaba con Manuel Francisco S.P., que, según figura en autos, era “el hombre de confianza de los narcotraficantes”. Ni más ni menos que el cocinero, con 18 años de servicio a bordo del Juan Sebastián de Elcano.
“Los traficantes de drogas y marineros sin escrúpulos aprovechaban la fama mundial del barco para traficar hacia algunos de los mercados más importantes, como la ciudad de Nueva York”. Así describió lo sucedido la Fiscalía de la Gran Manzana durante el juicio, celebrado hace ya un lustro en la ciudad de los rascacielos.

Droga incautada en España / UCO

La presión de Estados Unidos obligó a los tribunales españoles a reabrir una causa que habían cerrado por una supuesta falta de pruebas, y que acaba de tener su desenlace. Las penas, de entre uno y tres años de cárcel para el cocinero, los cabos y los marineros procesados en España (siete en total) parecen desajustadas a la gravedad de los hechos cometidos, pero no lo son. Ello es así porque una causa de 2014 no obtiene respuesta hasta 2024, diez años después, lo que obliga a la Fiscalía una vez más a atender como muy cualificada la atenuante de dilaciones indebidas, con el conocido resultado de una sensación de impunidad. Y podría ser mayor, pues todavía cabe un nuevo recurso ante la sala de lo militar del Tribunal Supremo.

El barco, en Cartagena de Indias / Armada

Sin embargo, esa no es la gran diferencia (que también) respecto a lo juzgado en Manhattan. Allí consiguieron conocer, y en poco tiempo, la identidad de las dos personas que estaban detrás de la introducción de la cocaína en el buque. En España, sin embargo, nada se supo de quienes debían encargarse de recibir el grueso del alijo. Así pues, el histórico caso del Juan Sebastián Elcano se cerrará una década después sin respuestas. Se sabe que había al menos siete tripulantes implicados en el trabajo sucio, pero el cerebro de la trama sigue libre.

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