20 años de grandes alijos de cocaína a través de la ‘autopista 10’

Desde el año 2000, los narcotraficantes gallegos han establecido bases sólidas en África para introducir alijos de cocaína / En 2024, la ruta a través del paralelo 10 Norte entre Sudamérica y el entorno de Cabo Verde está más viva que nunca / La gran flota pesquera española en la región es el disfraz perfecto
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«La causa de que se rompiese con las dinámicas que ellos [los narcos] llevaban fueron varias. La caída de Sito fue un palo muy gordo, porque ahí se dieron cuenta de que podíamos llegar a cualquier parte, tanto en España como en Sudamérica, y que ya trabajábamos desde allí. A partir de ese momento empezaron a caer muchas organizaciones que comenzaron a utilizar como plataforma África». Antonio Martínez Duarte, actual jefe de la Udyco Central del Cuerpo Nacional de Policía, explicaba así en el libro Narcogallegos. Tras los pasos de Sito Miñanco (Catarata, 2018), los primeros indicios de la presencia de narcotraficantes de las Rías Baixas en África. Corría el año 2001. Se percataron de que existían países cuyos dirigentes políticos y autoridades policiales sucumbían con gran facilidad al poder del dinero de la cocaína, y establecieron sus bases allí.

Los criminales aprovechan la bestial corrupción política, policial y
militar en distintos países de África Occidental para ‘trabajar’

23 años después y en plena explosión de alijos de la reina de las drogas de Sudamérica, las organizaciones gallegas se han rearmado. Al compás de sus movimientos, las Fuerzas de Seguridad, que ahora operan de forma conjunta al amparo del MAOC-N (Centro de Análisis y Operaciones Marítimas sobre Narcotráfico), les han dado varios golpes de mano, a cual más fuerte, en los últimos meses. Sin embargo, los criminales insisten en sus tentativas, pues no pocas veces tienen éxito.
«En esa época -continúa Duarte, en alusión a principios de siglo- surgió la primera gran ruta por África. Se piensa que El Loco Barrera ya estaba detrás de aquello. Las costas del oeste del continente se convirtieron en una vía de entrada de grandes cantidades de cocaína. La transportaban por todos los sistemas imaginables, aunque estuvo muy presente el avión. También los semisumergibles, que tenían autonomía para cruzar todo el océano». En aquel momento, como ahora, la cocaína llegaba de todas las formas. «En semisumergibles, en barco, en avión… África se convirtió en un brutal punto de entrada.

Lancha gallega en África / Narcodiario

“Paralelamente nacieron lo que la Policía denominó ‘narcoestados’, como Guinea Conakry, Mali, Guinea Bissau, Níger… Estaban muy influenciados por los narcos. Los colombianos se establecieron allí». Y justo eso es lo que se ha vuelto a manifestar ahora. No hay que ir muy lejos, solo al 5 de enero, para recordar la última primicia de este periódico: la detención de un pontevedrés de Redondela junto a un colombiano y dos marroquíes en una narcolancha con media tonelada de cocaína cerca de la isla de El Hierro.

Abordaje de pesquero en la región / Marina de Senegal

Los colombianos empleaban la Ruta de los Pescadores, que no era otra cosa que el aprovecharse de los movimientos de la amplísima flota pesquera existente en la costa occidental africana (en gran parte procedente de Galicia) para pasar desapercibidos en sus viajes con cocaína hacia España. Este trazado sigue vigente, según las agencias de inteligencia internacionales. Las evidencias son claras: incautaciones históricas y detenciones de gallegos de forma constante así lo confirman. Los marineros buscan los bancos de pesca próximos a África, y los narcotransportistas siguen sus pasos para ocultar sus verdaderas intenciones. Las autoridades tienen claro, además, que el continente del Sur está siendo empleado desde aquellos años como almacén y escala de la cocaína antes de alcanzar suelo europeo. Marruecos está siendo país de tránsito, y las mismas rutas del hachís sirven para hacer llegar la cocaína a España.

Los clanes de las Rías Baixas tienen almacenes e infraestructura
permanente en la zona para seguir traficando

África también fue de principios de siglo escenario de una práctica casi residual en Europa: la vía aérea. «El aire era una de las vías más utilizadas. Eso continuó así hasta la caída del Air Cocaine, un Boeing 727 repleto de droga y que llamó la atención de las autoridades de media Europa. Causó una gran preocupación incluso en Francia, que parecía
estar al margen de este negocio hasta aquel momento. Entonces comenzó a meterse mano a nivel internacional y se frenó un tanto todo aquello», detalla Duarte. Detrás del Air Cocaine había otro pontevedrés, Miguel Devesa, con pasado en la Policía, de donde fue expulsado y que fue detenido en aquel momento vinculado no solo a la droga, sino a un violento crimen. «Estaba descuartizando a un colombiano», recuerda Duarte. Los hechos sucedieron en Mali y el gallego actuó en compañía de un venezolano y un portugués, personas de su confianza. Por lo que sabemos, Devesa estuvo poco tiempo en prisión y volvió a la faena hasta que en 2022 fue nuevamente detenido. Colombia le consideraba contacto directo del Clan del Golfo en África y, a su vez, enlace para el trasiego de la cocaína hacia Europa. Tenía sus bases en África Occidental.

Alijo de cocaína en Dakar / Marina de Senegal

“En ese continente cuentan, a principios de siglo, con grandes facilidades. Guinea Conakry llegó a convertirse en todo un narcoestado, y existe, aún hoy, una zona entre las fronteras de Mali y Mauritania en la que se trafica con todo, desde drogas hasta armas e incluso personas, fuera del control de cualquier autoridad», subraya el jefe policial. Para el posterior traslado de la cocaína hacia Europa, el puerto de Tánger ha ido ganando peso en los últimos años hasta convertirse en esencial. “Pienso que desde aquella época se mantienen las estructuras y que ahora han vuelto a reforzarse ante la gran presión policial que ejercemos en otros puntos, como Galicia».

Lancha gallega en Senegal / Narcodiario

En los últimos dos años, la explosión de alijos de cocaína que emplean la costa africana como puente ha sido histórica. La Policía, la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera han intervenido mercantes, pesqueros, veleros y, últimamente, también embarcaciones semirrígidas, muchas de ellas con cantidades de droga nunca vistas. Sin embargo, infraestructura de los grupos criminales les permite enlazar varias embarcaciones y aprovisionarlas en altamar, haciendo llegar la droga a Europa lejos de los ojos y de los oídos de las autoridades.

Cocaína incautada en Tánger / DGSN

El paralelo 10 Norte es la línea imaginaria que enlaza el Norte de Sudamérica con la parte central de África Occidental y que alberga un gran tráfico comercial legal y también ilícito. Llamado ‘autopista 10’ en el mundo del narcotráfico en atención al citado número del paralelo y también al número de días de navegación que requiere la singladura marítima, tiene como puntos calientes zonas costeras de Venezuela, junto al Delta del Orinoco, pero también Surinam, Guyana y el Norte de Brasil, en América Latina. En esas costas se realiza la carga de la cocaína en la primera embarcación, que no suele ser la misma que llega a África, en el entorno de Cabo Verde, principalmente, pero también más al Norte (zona de Canarias) o al Sur (Golfo de Guinea). En esos puntos, los clanes gallegos tienen otras bases desde la que parten
otras lanchas, que son las que recogen la droga, bien para dejarla ‘enfriar’ en almacenes, bien para ‘subirla’ directamente hacia Europa.

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