Los más de 5.100 kilos de cocaína intervenidos en costas africanas la semana pasada iban a ser introducidos en España por la organización más activa de los últimos meses en O Salnés (que es lo mismo que decir en Europa). Eso es lo que piensan los servicios de inteligencia internacionales y lo que se debate en el seno del MAOC-N, el Centro de Análisis Marítimo sobre Narcotráfico con sede en Lisboa y en el que están representadas las fuerzas antidroga de los principales países afectados. Una organización de narcotransportistas, con la cabeza, presuntamente, en Vilanova de Arousa, ha desplegado una infraestructura logística que le permite alcanzar el entorno de Cabo Verde y puntos incluso más al Sur, en el Golfo de Guinea, con planeadoras, algo nunca visto hasta ahora.
Las mismas lanchas que se fabrican en el Sur de Pontevedra y el Norte de Portugal y que se emplean para introducir cantidades colosales de hachís se emplean ya en pleno Océano Atlántico para transportar no menos ingentes cargamentos de cocaína. Para ello precisa de apoyo, y mucho, durante las singladuras, en forma de ‘gasolineras flotantes’ que pueden llegar de pesqueros, remolcadores o de otras gomas que aportan combustible y víveres para tan espectaculares aventuras transoceánicas.
Fueron las autoridades francesas, en coordinación con las españolas y al amparo de una investigación conjunta, las que desarrollaron en los últimos días, bajo la dirección de la Prefectura Marítima del Atlántico y del fiscal de Brest, una operación contra el tráfico de cocaína internacional que alcanza una dimensión histórica. Una patrullera de altamar se incautó de más de cinco toneladas de cocaína en una narcolancha de cuatro motores cuyo origen se sitúa, como se ha dicho, en las Rías Baixas gallegas, y que se encontraba en aguas del Golfo de Guinea.
Al frente de la misma se hallaban tres ciudadanos de la provincia de Pontevedra, entre ellos el histórico Álvaro Castro Santos, vinculado desde hace dos décadas en el tráfico de cocaína, tanto en embarcaciones como en portacontenedores, introduciendo la sustancia ilícita entre bananas a través del puerto de Marín. Todo apunta a que operaba al servicio de la red narcocriminal de O Salnés que fue parcialmente desmantelada por la Policía Nacional hace escasas fechas, la misma que presuntamente lideraba Ismael Cores y en la que se integraba Juan Carlos Santórum. Y, a su vez, todo apunta a que la mercancía ilícita pertenecía a varios grupos criminales, entre ellos los colombianos, pero también el Balkan Cartel (cártel de los Balcanes), presente en la mayor parte de los negocios de la cocaína en la actualidad.
En la narcolancha viajaba un marinense, persona de confianza de Castro Santos, y un vilagarciano, posiblemente el que tenía el contacto directo con la matriz de la organización criminal. Junto a ellos, una cuarta persona, también española. Los cuatro están en una prisión caboverdiana a la espera de ser extraditados. Habrían sido enviados desde O Salnés, en Pontevedra, para cumplir lo pactado con otras organizaciones criminales. Así funcionan hoy en día las mafias del narcotráfico, como auténticas cooperativas. En este panorama, España sigue siendo un auténtico punto de referencia, tal y como desveló el informe de #NarcoFiles, la mayor investigación periodística sobre crimen organizado de todos los tiempos en la que participó Narcodiario.