Ecuador es, junto a Colombia, el país del mundo en el que más cocaína se interviene en la actualidad, muy por delante de otros países como Brasil y de los grandes puntos de entrada a Europa como España, Bélgica y Holanda. Es por ello que el país ha servido de banco de pruebas para una práctica, el encapsulado de la droga, que se emplea con frecuencia de un tiempo a esta parte para la destrucción de parte de la misma.
Es en este punto cuando, bajo la custodia de la Policía Nacional, se lleva a cabo el traslado de la cocaína hasta empresas de gestión ambiental especializadas, donde, o bien se incinera, o bien se encapsula. En el año 2022 fueron destruidas 304 toneladas, mientras que en los primeros diez meses de 2023 ya se han destruido 376.000 kilos, según los datos oficiales.
El método de encapsulación se inicia con el proceso de triturado de la cocaína, separando el empaquetado de la droga. A continuación, la sustancia se mezcla con aglomerante y aditivos para aportarle una mayor dureza. El resultado es una microencapsulación que pasa a un gran vertedero de seguridad, conformándose una macroencapsulación en capas de 20 centímetros de espesor. El resultado final es una losa de gran dureza que garantiza la destrucción total de la sustancia y su confinamiento definitivo bajo toneladas de hormigón.
Las entidades que se dedican a esta labor, gestoras ambientales, también manejan otro tipo de desechos, como los deshechos médicos, que son destruidos en la misma mezcla. La droga que es encapsulada es transformada en losas, pero no es utilizada en ningún tipo de construcción. Permanece en el lugar en el que fue destruida, un espacio habilitado a tal efecto.