Una indeterminada cantidad de marihuana, media docena de bombonas de butano y una elevada cantidad de pentanol son signos inequívocos de que en el lugar de la gran explosión del pasado fin de semana ocurrida en Alicante se estaba produciendo aceite de hachís. La deflagración, que se saldó con la muerte de un hombre y con otro, de nacionalidad lituana, herido de gravedad (con quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo, según fuentes sanitarias de la Comunitat Valenciana), se habría producido por causas que se desconocen. Por suerte, y a pesar de los grandes daños causados, el impacto podría haber sido peor, pues no estallaron todos los productos químicos almacenados en el lugar, un garaje subterráneo.
En los últimos tiempos se han detectado varios laboratorios de marihuana para su transformación en aceite de hachís en España, de pequeño tamaño, similares a este, y en un caso se produjo otra explosión, ocurrida en el mes de febrero en una localidad de la provincia de Granada. Este derivado del cannabis es uno de los más apreciados por el elevado poder psicoactivo que puede alcanzar, que, si se extrae correctamente, se eleva por encima del 50 por ciento sin dificultades.
También en 2022, en este caso en julio, la zona de El Garraf, en Cataluña, registraba otra explosión de un laboratorio, en aquel caso de drogas sintéticas, también por una incorrecta manipulación de los efectos allí almacenados.
La explosión de Alicante, además de las trágicas consecuencias personales, causó importantes daños materiales, no solo en el inmueble en el que se registró, sino también en otros de las inmediaciones.
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