En la playa de Aiguafreda (Begur, Girona), en el extremo Noroeste de España, tuvo lugar un suceso pocas veces visto en el mundo del tráfico internacional de estupefacientes. Una furgoneta prácticamente nueva apareció volcada junto a la zona que se emplea para aproximar las embarcaciones a la línea de costa y, en su interior, un gran alijo de cocaína de 2,3 toneladas que fueron abandonadas por los narcos ante la imposibilidad de poner el vehículo sobre sus cuatro ruedas sin levantar sospechas.

Así, fueron vecinos del lugar los que, tras comprobar la presencia de la furgoneta, que pensaban que había sufrido un accidente, advirtieron a los Mossos d’Esquadra de la Generalitat de Cataluña, que se personaron en el lugar. El fuerte oleaje y el mal tiempo reinante en ese entorno pudo haber dificultado la maniobra de los criminales, que perdieron el control del automóvil cuando ya estaba cargado.

El hallazgo es un ejemplo más de que las organizaciones criminales apuestan por alcanzar los puntos más al Norte posibles para evitar posibles controles policiales, aunque siempre en suelo español, sin arriesgarse a caer en manos de la severa legislación francesa, que envía a los sospechosos a prisión en cuestión de días.

Tras el hallazgo, los Mossos abren investigaciones para averiguar la identidad de las personas que pretendían hacerse cargo del alijo, algo que podrán hacer si encuentran huellas u otras pruebas sobre el terreno.
