El ministro de Gobierno de Bolivia, Carlos Eduardo del Castillo del Carpio, viajó en persona a un enclave rural de Cochabamba, en la provincia de Chapare, en el corazón del país andino. El motivo, presentar una operación que incluyó la localización y destrucción de dos laboratorios para el procesado de clorhidrato de cocaína y la incautación de sustancia ya lista para su salida a los mercados ilícitos del exterior.
Junto a los laboratorios fueron detenidas dos personas como supuestas responsables, además de otras tantas motocicletas supuestamente empleadas para desplazarse por el lugar.
El ministro, por su parte, atacó la gestión del gobierno saliente, al que acusa de permitir la instalación de las mafias del narcotráfico en el país. “Llamativas palabras del expresidente, sabiendo que en su corta gestión previa a su renuncia, las mafias vinculadas al narcotráfico hicieron volar por los aires el vehículo de la fiscal Mónica Von Borries, acabando con su vida. Grados de violencia inéditos en nuestro país”, dijo, en respuesta a las críticas del expresidente Carlos Mesa, que dijo que “no necesitamos una calificación extranjera para saber que en Bolivia, el narcotráfico ha permeado profundamente al poder político, a las entidades de seguridad, al sistema de justicia y a la economía, debido el colapso de la institucionalidad, la enorme informalidad y la protección. Tampoco se necesita más evidencia para saber que mientras siga gobernando el MAS, el narcotráfico va a seguir creciendo sin control, con protección e impunidad, y con su secuela de muerte, violencia, corrupción”.