Panamá, en el corazón de Centroamérica, es uno de los puntos clave para el tránsito de sustancias estupefacientes, en concreto cocaína, desde las zonas de producción hasta los lugares de destino, principalmente Europa.
El camino que recorre el polvo blanco sudamericano, procedente en su mayor parte de Colombia, es el que conduce la droga por mar, en lanchas rápidas, hasta distintos puntos del país, tanto en el Caribe como en el Pacífico, para la posterior contaminación de los contenedores marítimos en las terminales portuarias o en empresas relacionadas con las mismas, ya en Panamá.
Dos ejemplos claros de ello se han visto en las últimas horas, con sendos operativos antidroga completados con éxito por los efectivos del Servicio Nacional Aeronaval (Senan). Uno de ellos, relacionado con esa primera fase del negocio ilícito que asola al país, se desarrolló en el mar, en el Pacífico Central, en Los Santos, donde los aeronavales interceptaron una lancha rápida con un motor fueraborda y un doble fondo en el que ocultaba una relevante cantidad de cocaína, aún por cuantificar. Dos personas quedaron detenidas.
El segundo operativo, que ilustra la segunda fase de esta ruta, se desarrolló en una de las terminales portuarias de Colón, donde, con la ayuda de los perros adiestrados, las autoridades del Senan intervinieron un contenedor con 561 kilos de cocaína.
El destino de esa droga, según adelantaron fuentes oficiales del Servicio Aeronaval, sería el puerto de Róterdam, en Países Bajos, una de las grandes puertas de entrada de la cocaína en el continente europeo.
