El operativo policial desarrollado el pasado lunes por la Brigada Central de Estupefacientes en Pontevedra y Cerdedo-Cotobade, con ramificaciones en otros puntos de España, sirvió para acreditar un hecho del que algunos expertos venían alertando desde hacía tiempo, pero que ya es realidad: el asentamiento de células de los cárteles mexicanos en la provincia de Pontevedra. Los aztecas, en alianza con los colombianos, estaban detrás del mayor laboratorio para la producción de clorhidrato de cocaína descubierto hasta la fecha no solo en España, sino en toda Europa.
La estructura, que era un fiel reflejo de las que se levantan en distintas zonas boscosas de Colombia, Perú y Bolivia (con la diferencia de que esta contaba con una vivienda como cobijo y los de Sudamérica solo se protegen con pérgolas de madera y plásticos), se había convertido en el mayor centro de producción de esta clase de droga en todo el Sur del continente. Si bien la Policía Nacional, por orden del Juzgado Central de Instrucción, aún no ha podido ofrecer los datos concretos del material incautado, todos los indicios apuntan a una importantísima cantidad de pasta de coca (la materia prima necesaria para producir el clorhidrato) además de paquetes de cocaína, que se suman a todos los elementos ya conocidos -toneladas de productos químicos, tanto sólidos como líquidos, maquinaria para las mezclas, generadores y hornos- y a los que darán a conocer las autoridades en breve plazo, que, además de la droga y de la pasta base, serán las prensas hidráulicas, los moldes y los logotipos para marcar los paquetes, que fueron retirados por los efectivos de Greco Galicia en el momento en el que realizaron la entrada y registro al laboratorio.
En los próximos días se conocerá, además, el sistema empleado para el ocultamiento de la sustancia, muy sofisticado, lo que llevó a la Policía a echar mano del Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT) para su localización, y también las rutas empleadas por los cárteles para recibir la pasta base desde Sudamérica a gran escala. Todos los productos químicos y la maquinaria puede obtenerse en Europa, pero no así la materia prima: para producir clorhidrato es preciso pasta base procedente de la hoja de coca, y eso solo se consigue al otro lado del Atlántico.
La vía más que probable son los contenedores marítimos, sistema muy seguro para el transporte de mercancía ilícita, y los puertos de Galicia y de Portugal parecen los lugares perfectos para recibir esos cargamentos. Las autoridades apenas logran inspeccionar el dos por ciento de los contenedores que llegan a España al año, por lo que los narcos no dudan a la hora de operar a través de las instalaciones portuarias para este tipo de negocios. El tiempo lo dirá.
Por otra parte, resulta de gran interés para los investigadores el hechos de que los narcotraficantes mexicanos y
colombianos hayan decidido operar en la provincia de Pontevedra a espaldas de los capos de la cocaína de las Rías Baixas, que, metidos de lleno en las últimas semanas en sus clásicos desembarcos (sin ir más lejos, el del semisumergible de hace apenas dos semanas en la ría de Arousa), no tenían arte ni parte en la estructura criminal del laboratorio intervenido en Cerdedo-Cotobade.
El motivo principal de esta estrategia de los narcotraficantes tiene que ver con la fama de las organizaciones de las Rías Baixas, que hace que tengan puesto el foco policial de forma constante. Con la idea (equivocada) de que no serían
descubiertos, los sudamericanos decidieron ponerse en marcha a espaldas de los gallegos para evitar esos posibles seguimientos. Junto a los sudamericanos, una importante organización procedente de las Islas Canarias fue desmantelada, con detenciones en la ciudad de Pontevedra que trascenderán próximamente.
