La mañana de ayer fue muy larga en la Audiencia Provincial de Pontevedra (España) para los nueve acusados que, desde horas antes, tenían previsto reconocer los hechos que se les atribuían ante la Fiscalía Antidroga de la ciudad del Sur de Galicia. Primero, y antes de la hora señalada para el juicio, se produjeron los últimos contactos entre las partes, ya en la sala, en los que se gestó la suscripción del pacto: todos ellos confesarían su participación, en mayor o menor medida, en un entramado internacional liderado desde O Salnés y dedicado a la introducción en Europa de grandes cantidades de cocaína a través del puerto de Leixoes, en el área metropolitana de Oporto.
La acusación, sostenida por una investigación perfectamente atada por la sección Greco Galicia de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional, tenía argumentos de peso para defender un juicio en el que las condenas podrían ser incluso superiores. Sin embargo, el responsable de la misma, Pablo Varela, se mostró satisfecho, pues todos los procesados admitieron sus culpas y recibieron penas importantes, cada uno de ellos en la medida de su participación en lo sucedido.
Así, sobre las 14.30 horas, la sentencia era firme: ocho años de cárcel para Manuel Benito V.P., persona que, mediante su empresa, iba a hacerse cargo inicialmente del cargamento, y entre siete años y medio y tres años para los otros ocho comparecientes, entre ellos tres vecinos de O Salnés que actuarían a las órdenes del prófugo ‘Juanjo’ García Santos, presunto organizador del alijo que, según la Policía, tampoco sería el auténtico jefe del entramado narcocriminal, que no pudo ser identificado.
La banda cayó después de que los investigadores frustraran un alijo de 359 kilos de cocaína valorados en unos 14 millones de euros en el mercado ilícito, que partió desde Colombia hasta Ecuador. Allí, según consta en la investigación, la droga fue camuflada en un envío legal de fruta en un contenedor marítimo con destino al puerto portugués de Leixões y, desde este punto, ya vigilado por las autoridades, llegó por carretera hasta la nave de una empresa de frutas del polígono orensano de San Cibrao das Viñas. La Polícia Judiciária y la Policía Nacional trabajaron en conjunto para hacer llegar la mercancía de forma controlada a sus destinatarios y así hacer caer con las manos en la masa a toda la organización criminal.
La importancia de la operación viene dada por la gran dificultad que entraña descubrir a las personas que se dedican a traficar con cocaína a gran escala oculta en contenedores, como era el caso. La mayor parte de estos operativos se saldan con incautaciones sin detenidos, de ahí el mérito de una investigación que sirvió para conocer la identidad ya no solo de las personas que iban a recibir la droga en la empresa de frutas, sino también de los representantes de las organizaciones ecuatoriana y colombiana afincados en Madrid, que se desplazaban a Galicia para cerrar sus negocios. Por último, también pudo conocerse, al menos en parte, la identidad de miembros del grupo delictivo con base en la comarca de O Salnés encargados de la recepción real de la sustancia estupefaciente, pudiendo sentar en el banquillo de los acusados a algunos de ellos, aunque no a todos. La sentencia es firme y contra ella no cabe recurso alguno.