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48 horas después de la detención de Sergio Roberto de Carvalho, alias Paul Wouter, en las inmediaciones del hotel Radisson Blu Beke de Budapest, donde se alojaba bajo la identidad del mexicano Guillermo Flores Díaz, autoridades de distintos países ponen sobre la mesa argumentos para llevarse al capo más buscado y que responda por los delitos que cada uno de ellos le atribuye. El último en unirse a ellos ha sido Bélgica, que, según pudo saber Narcodiario, le imputaría la autoría intelectual de la muerte de dos individuos tras la pérdida de un doble alijo de 800 kilos de cocaína que fueron incautados en Brasil antes de que partiesen hacia el puerto de Amberes. Las dos personas asesinadas tendrían la información de los contenedores en los que se ocultaba el cargamento y, al ser decomisado en origen, las autoridades piensan que el Mayor Carvalho ordenó ajustarles las cuentas a las únicas personas que, supuestamente, manejaban esos datos. Serían parte de un grupo de ‘rescatadores’, personas que se dedican a extraer los alijos de los contenedores marítimos que llegan a puertos europeos contaminados con cocaína.

El Mayor Carvalho, alias Paul Wouter, presunto responsable del alijo del Titán III que se dirigía a las Rías Baixas (Pontevedra, Galicia) cuando fue interceptado en altamar, habría estado apenas siete días en Hungría, según fuentes de la investigación. La DEA tenía perfectamente centrada su ubicación, y su arresto era cuestión de tiempo. «Pensaban detenerlo cuando saliese del país, pero tuvieron datos sobre el hotel en el que se alojaba con anterioridad». Víctor Marques, periodista portugués que trabaja en la biografía del narcotraficante, destaca que «primero fue detenido su guardaespaldas y unos minutos después el Mayor, que se dañó las rodillas durante la maniobra».

La documentación falsa que presentó / V.M.M.

El mismo investigador explica que Paul Wouter no se fue apresuradamente de Lisboa, al contrario. «Salió tranquilamente, incluso pensaba volver para recoger los 12 millones de euros que se dejó en la furgoneta». El poder económico del capo, al que se atribuye la introducción en Europa de 50 toneladas de cocaína al año, quedó más que acreditado por sus empresas y propiedades. Contaba, además, con «su mano derecha» en Portugal, el hombre que se hizo con los pasaportes mexicanos y «se los entregó en Turquía». La historia del Mayor Carvalho, aún por escribirse, continuará en Pontevedra, donde, salvo sorpresa, será juzgado antes de que responda por sus supuestos delitos en Bélgica o en Brasil. Este último país sostiene que el investigado está detrás de numerosas tramas de narcotráfico, incluidas varias que fueron desmanteladas en los últimos meses a ambos lados del Atlántico.

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