La manifiesta ilicitud de las 20 narcolanchas, algunas de ellas preparadas para salir al mar y protegidas con lonas, otras subidas en camiones y un buen número de ellas en pleno proceso de construcción, fue suficiente para que el Juzgado de Instrucción 4 de Cambados, en Pontevedra (España) decretase el ingreso en prisión provisional para ocho de las doce personas que comparecieron a lo largo del día de ayer, en presencia del fiscal delegado Antidroga. Los argumentos presentados por Pablo Varela, al compás de las pruebas aportadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Vigilancia Aduanera, convencieron a la autoridad judicial para decretar la más restrictiva de las medidas, entendiendo la gravedad de los hechos supuestamente cometidos, la manifiesta posibilidad de reincidencia y el riesgo de fuga como elementos clave para su decisión. Los cuatro restantes quedaron en libertad provisional en condición de investigados a la espera de juicio.
La operación, cuya fase final comenzó el miércoles y concluyó ayer con el ingreso en prisión de los presuntos cabecillas, incluyó 27 registros domiciliarios en varias provincias. El epicentro volvió a ser O Salnés, con la destacada detención de Ramón Bugallo, Mon, primo de Sito Miñanco, como elemento de interés. La tarea que se presenta a partir de este momento es vincular a los encausados ya no solo con la fabricación de las narcolanchas (su mera tenencia está prohibida en España, considerada un delito de contrabando) sino con el tráfico de drogas. Solo de ese modo se podrá, por ejemplo, atajar el problema existente en Portugal, donde fueron halladas muchas de las embarcaciones. Allí su construcción es lícita, y solo si se acredita su uso para el narcotráfico se mantendrá su decomiso.
La magnitud del operativo, que alcanzó no solo a Galicia y a Portugal, sino también a Salamanca, Madrid y Barcelona, es un toque de atención para otras grandes organizaciones criminales dedicadas al mismo negocio en las Rías Baixas. Los 100.000 euros que ganan por cada una son muy apetecibles para ellos, pero las autoridades siguen al acecho.