Perfil del capo: Manuel Charlín Gama

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Los colombianos confiaron en él antes que en ningún otro para introducir grandes alijos por las costas de Galicia. En los años 80 se labró un nombre y un prestigio. Sin embargo, en los últimos años había perdido su dominio. El capo de la droga falleció en Vilanova de Arousa (Pontevedra, Galicia, España) después de perder el bastón de mando de la cocaína en las Rías Baixas. Fue el gran pionero, el socio preferente y el creador de la gran autopista de la droga por el Atlántico y hacia Europa a través de Galicia.

Diario de Pontevedra

Los primeros alijos de cocaína en cantidades relevantes, de más de 50 kilos, llegaron a Europa a través de Galicia de la mano de Manuel Charlín Gama. El capo de Vilanova de Arousa, fallecido durante la tarde del último día de 2021 en su domicilio, fue el pionero en el salto del contrabando de tabaco al tráfico de hachís, primero, y de cocaína, después, en la ría de Arousa. Detrás de sus pasos le siguieron otros (también hubo quien decidió parar y no pasarse a la droga), pero los narcotraficantes colombianos han dicho a lo largo del tiempo que en los años 80, y también en los 90, su socio preferente y casi exclusivo en las Rías Baixas era el Clan de Los Charlines. La muerte de ‘El Viejo’, como se le conoció durante más de 30 años, pone punto y final a una vida al margen de la ley, repleta de sombras, con un daño irreparable a la salud pública de todos los ciudadanos.

Charlín Gama, gran contrabandista de tabaco, generó su imperio alrededor de su núcleo familiar más directo, con hermanos, esposa, hijos, nietos y familiares políticos que se fueron sumando (no todos, pero sí un número relevante) a una estructura piramidal en la que el patriarca quería tomar las últimas decisiones. Tras establecer nexos fuertes con traficantes colombianos en sus estancias en prisión a principios de la década de los 80 (también con marroquíes y portugueses, por tener intereses comunes), el histórico capo alcanzó la fama y levantó una estructura criminal que, pese a los constantes golpes sufridos de manos de la Policía, siguió intentando operar hasta su último aliento.

La muerte de Charlín no es, en absoluto, el final de su organización: segundas y terceras generaciones y personas de confianza que se fueron acercando a él a lo largo de los años crearon sus propias ‘familias’. Grupos criminales con idéntico objetivo que ‘El Viejo’, que, sin embargo, lejos de pasar a un segundo plano, siguió en la brecha. No hay más que recurrir a los testimonios vertidos a finales de 2021 (sí, hace apenas unas semanas) en la Audiencia Provincial de Pontevedra, donde no uno, sino varios acusados de tráfico de estupefacientes reconocieron que acudían a presencia de Manuel Charlín Gama mientras preparaban un gran narcotransporte de cocaína. «El Viejo era el que tomaba las decisiones», explicaron ante la jueza.

Para conocer la historia criminal completa del contrabandista de la ría de Arousa, probablemente el más poderoso del trío Charlín-Miñanco-Oubiña, hay que regresar a los años 80. En aquella época ya se le conocía no solo por su capacidad para introducir droga en el territorio, sino también para ajustarle las cuentas a los que le creaban problemas. Su carácter violento quedó patente en numerosas ocasiones y era bien conocido en su área de influencia.

Aunque se sabía bien de sus negocios en Galicia, no fue hasta la operación Nécora cuando se le puso por vez primera contra las cuerdas. El arrepentido Manuel Fernández Padín habló de uno de sus hijos como la persona que le contrataba para realizar descargas de hachís, primero, y de cocaína, después (él declaró que pensaba que era tabaco). Sin embargo, las dificultades probatorias en el macroproceso le permitieron salir de rositas y seguir traficando. Así hasta que finalmente cayó con todo su equipo, en el intento de introducción de 600 kilos de cocaína, aún en los años 90. Una cantidad muy relevante para la época que le llevó a prisión. Entre rejas se mantuvo durante muchos años. En concreto, hasta julio de 2010, cuando un juez decretó su puesta en libertad bajo fianza.

Desde ese momento, las fuerzas de seguridad no dudan de que volvió a ponerse al frente de su negocio. Perdió el Pazo Vista Real, que ahora disfrutan los vecinos a los que tanto daño hizo con sus alijos de droga, pero mantuvo una residencia de postín en Cálago (Pontevedra, Galicia, España). Allí se refugió, detrás de sus muros, y allí se reunía con otros traficantes, según aseguró la Policía en los informes presentados tras la operación Barranca Bermeja, su última gran aparición como investigado por narcotráfico. ‘El Viejo’ buscó los medios necesarios para introducir las 1,7 toneladas de cocaína de alias Paul Wouter (El Mayor Carvalho).

Sin embargo, Charlín había perdido su swing. No encontró los recursos que tuvo en otro momento, y tampoco la lealtad de otros narcos más jóvenes que, pasándole por encima, intentaron llevar adelante el negocio. Unos y otros acabaron detenidos. Ocurrió en agosto de 2018. El gran pionero había sido desplazado, y no solo eso: dos personas con acento sudamericano entraron en su casa y le agredieron. A él y a su hijo. Charlín estaba acabado.

A pesar de eso, su legado criminal pesa, y mucho. Personas que se iniciaron a su lado están ahora al frente de organizaciones delictivas dedicadas al narcotráfico plenamente activas. La Policía, la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera lo saben. Su muerte no acabará con su negocio. La muerte del patriarca no implica en absoluto en fin de su organización: varios grupos creados a su alrededor siguen sus pasos Manuel Charlín, en los años 80. Murió, además, sin responder ante la Justicia por la gran causa de blanqueo de capitales procedente de la droga que lleva más de una década atascada en los tribunales españoles: la operación Repesca.

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