Los agentes de la Guardia Civil se vieron obligados a responder con el uso de sus armas ante la actitud de un presunto narcotraficante que, asentado como okupa, regentaba una gran plantación de marihuana en un inmueble de Toledo, España.
En la vivienda, que se encontraba en muy malas condiciones higiénicas, los agentes hallaron varias armas y 1.500 plantas de marihuana, además de cogollos.