El juez de Madrid encargado de instruir la causa contra el famoso bailarín español Rafael Amargo ha concluido que el artista era el cabecilla de una red criminal dedicada al narcotráfico que utilizaba su vivienda en Madrid como centro de operaciones y venta de sustancias.
Así lo refleja el auto que concluye con el procesamiento del bailarín, que señala que su compañera sentimental y su productor colaboraban, de uno u otro modo, en la misma actividad, el segundo de ellos aportando financiación para la adquisición de las sustancias a mediana escala. Tras los registros domiciliarios, la Policía Nacional halló abundantes indicios, entre ellos una destacada cantidad de metanfetamina, además de otras drogas de diseño.
Amargo declaró desde un principio que no se dedicaba al tráfico de drogas. Las pruebas presentadas por las autoridades parecen decir justo lo contrario, a la espera del juicio oral que se celebrará en la capital de España. El instructor no duda en señalarle como “el cabecilla de una organización criminal” dedicada al narcotráfico, y que fue especialmente activa durante la etapa del confinamiento.
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