La Douane de Francia, en un operativo antidroga, interceptó al mercante Trudy cuando se hallaba en aguas territoriales de su país, entre Dunkerque y el Paso de Calais, zona fronteriza con Reino Unido. En el interior del buque, los agentes de la aduana gala hallaron algo más de una tonelada de cocaína.
El cargamento, según explica L’Aviseur International Marc Fievet en sus redes sociales, procedía de Brasil, país clave en la partida de grandes alijos de cocaína dirigidos a Europa. El destino final del barco era el puerto de Amberes, uno de los más abiertos para las redes criminales, que disponen de la capacidad necesaria para recuperar la droga una vez que entra en la instalación portuaria.
El tráfico de cocaína en barcos mercantes es el sistema más extendido en todo el mundo, especialmente cuando se trata de grandes cantidades, superando a los pesqueros, veleros y semisumergibles, que también sirven para colocar enormes alijos de polvo blanco en occidente.
La operación fue posible gracias a la información suministrada por la oficina de la DEA de Estados Unidos, cuyos agentes supieron de la partida de la embarcación con el alijo de cocaína.