Agentes de la Policía Nacional, en una operación conjunta con los cuerpos policiales de Alemania, Colombia, Croacia, Eslovenia y Serbia, han desarticulado la mayor red de distribución de cocaína de Europa, procediéndose a la intervención de 4.010 kilogramos de esta sustancia estupefaciente y a la detención de 61 personas.
La operación se ha llevado a cabo bajo la coordinación de EUROPOL, y es fruto de la cooperación internacional de las diferentes policías europeas implicadas, así como de las autoridades colombianas y estadounidenses, con quienes se inició la investigación de forma conjunta.
La finalidad de la investigación policial fue tratar de atacar la cúspide de la organización criminal cubriendo todas esas reuniones que se celebraban en cada país. Incluso, se pudo comprobar, gracias a la labor desarrollada en Colombia por la DIPOL, cómo estaban relacionados con el mundo del fútbol. Por medio de la compraventa de ciertos jugadores, se seguía el rastro al blanqueo de los beneficios que obtenían del tráfico de drogas.
Las investigaciones policiales comenzaron en 2018, cuando se procedió a la detención de un velero dirigido a las costas de Pontevedra (Galicia, España) en el que viajaban dos súbditos croatas y uno estadounidense. Aquella embarcación fue abordada por el GEO, el Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional, cuyos agentes intervinieron 1,4 toneladas de cocaína que en ese momento era transportada en su interior. Las pesquisas iniciales corrieron a cargo de la unidad Greco Galicia.
Desde entonces, las investigaciones indicaban que el grupo desarticulado era el responsable del envío de la droga, y que disponían de recursos y medios para seguir intentando la operación, como se pudo demostrar finalmente. Sin embargo, a pesar de los numerosos datos que se recopilaron, no fue posible evidenciar en ese momento la participación de este grupo en aquella operación. No obstante, la investigación continuó y, a finales del año 2019, uno de los miembros más importantes de la organización fue detectado nuevamente en España para llevar a cabo la preparación de una nueva empresa delictiva.
De esta manera, los esfuerzos se centraron sobre un montenegrino que representaba a una potente organización criminal asociada o a las principales organizaciones que operaban desde los países del este, concretamente al Cártel de los Balcanes. Este cartel constituía una verdadera amenaza para la seguridad de los países del este, siendo considerado por las autoridades europeas como una de las más importantes organizaciones criminales que operaban en Europa, caracterizada por integrar entre sus filas a miembros paramilitares y dedicarse a la ejecución de multitud de ilícitos, principalmente el tráfico de drogas, robo de domicilios y vehículos, blanqueo de capitales, extorsión y secuestros.
El trabajo de todos los países se centró desde ese instante en tratar de confirmar las personas involucradas en la operación y, al mismo tiempo, en poder hacer el seguimiento de las mismas. El implicado procedente de Montenegro estableció su base de operaciones temporalmente en Málaga, aunque con frecuencia viajaba a las provincias de Madrid y Barcelona, sin obviar que se desplazaba por Serbia, Hungría y Eslovenia, entre otros países. A través de los movimientos de este grupo, se pudo determinar cómo pretendía introducir una gran partida de droga en Europa a través de España procedente de Sudamérica. Para ello era necesario que contasen con una infraestructura y logística solo apta para grandes organizaciones criminales con un alto poder económico.
La cúspide de esta organización estaba liderada por criminales que solamente participaban en las negociaciones sin realizar cualquier actividad comprometedora, quedándose en múltiples ocasiones al margen de las investigaciones policiales. A raíz del devenir de la investigación, y por los contactos y desplazamientos de la organización, se dedujo que estaban preparando una importante importación de cocaína.
Los viajes de los principales objetivos se sucedieron en los meses previos, visitando Madrid, Barcelona y Málaga antes de viajar a Sudamérica con el fin de ultimar los detalles relativos a la operación. Así, a mediados del año pasado, pretendieron realizar un trasvase de droga desde las costas colombianas a una embarcación, teniendo todo listo y preparado para llevar a cabo la transacción de la droga. La acción de las autoridades americanas permitió la intervención de 1.350 kilogramos de cocaína. Esta acción policial supuso un duro golpe a la organización, que ignoraba dónde se había producido el error de la operación. Durante esos meses, se tuvo conocimiento de que la organización tenía lazos o conexiones en Italia, uno de los países donde presumiblemente iba a tener destino parte de la droga.
Tras un tiempo analizando en qué habían fallado, la organización decidió a finales de 2020 emprender una nueva operación marítima. Esta vez transportarían una cantidad aproximada de 1.250 kilogramos de cocaína, que viajarían desde las costas de Brasil hasta España, concretamente Cataluña, donde pretendían introducir esa importante cantidad de droga. Esa es la razón que motivó nuevamente que el grupo organizado se reactivara y que celebraran nuevas reuniones en Europa –en Madrid en el caso de España-, todas ellas con el fin de poder concretar los detalles de la operación. Tras estos encuentros, en enero de este año se desplazaron los dos principales investigados hasta República Dominicana. Llamó la atención de los agentes que, tras esa cita en la República Dominicana, ambos responsables de la operación comenzaron nuevamente su periplo por toda Europa, una vez llegado a un acuerdo en cuanto a los porcentajes y comisiones. En esos momentos, se confirmó que uno de ellos se desplazaría a Dubái, donde se entrevistó con el máximo inversionista y responsable de la organización.
Además de las 61 detenciones y los 4.010 kilogramos de cocaína requisados, la operación policial ha dado como resultado la intervención de 2.569 kilogramos de marihuana, 173 kilogramos de hachís, 12.5 kilogramos de heroína, 30 litros de anfetamina, y más de 6 millones de euros en efectivo, nueve vehículos de alta gama, cinco motos, un arma de fuego y 300 cartuchos, un arma simulada, una placa emblema identificativa de servicio policial de Montenegro, diversas armas blancas, equipos de informática y telecomunicaciones, detector de cámaras, inhibidores de frecuencia y multitud de documentación relacionada con las empresas de la organización.